En el último año, los ciberataques no solo crecieron en número: también se volvieron más costosos, disruptivos y mediáticos. Según el DBIR 2025 de Verizon, se confirmaron más de 12.000 filtraciones de datos a nivel global, con un 22 % causadas por credenciales robadas y otro 20 % por vulnerabilidades sin parchear. En otras palabras: amenazas conocidas que pudieron prevenirse.
Para los responsables de TI, ya no se trata solo de “proteger sistemas”: el reto es demostrar que la organización cumple con marcos legales como la Ley 21.663 de Chile, que obliga a sectores críticos a mantener controles formales, planes de continuidad y reportes periódicos.
Aquí es donde las auditorías de ciberseguridad marcan la diferencia: no son un trámite incómodo, sino una herramienta estratégica para detectar fallos antes de que sean titulares, cerrar brechas, y mostrar a reguladores, clientes y socios que la seguridad no es improvisada, sino gestionada de forma profesional y medible.
En este artículo aprenderás qué tipos de auditorías existen, cuándo aplicarlas y cómo sacarles el máximo provecho para que no solo cumplas con las exigencias, sino que conviertas cada revisión en un paso real hacia una postura de seguridad más sólida y resiliente.
¿Qué es una auditoría de ciberseguridad?
Una auditoría de ciberseguridad es una evaluación estructurada que analiza cómo una organización protege su información, redes y sistemas frente a amenazas internas y externas. Su propósito va más allá de detectar fallos técnicos: también busca confirmar que los procesos, políticas y tecnologías están alineados con buenas prácticas y obligaciones legales.
Estas auditorías se aplican en distintos escenarios: desde obtener certificaciones como ISO 27001, hasta cumplir regulaciones como la Ley 21.663 o responder a exigencias contractuales con clientes o partners.
Entre los objetivos clave de una auditoría de ciberseguridad están:
- Identificar vulnerabilidades técnicas y organizacionales.
- Evaluar la efectividad de los controles de seguridad implementados.
- Verificar el cumplimiento normativo frente a marcos legales, regulatorios o estándares internacionales.
Tipos de auditorías más comunes
Las auditorías de ciberseguridad no son todas iguales. Dependiendo del foco, el alcance o el momento en que se realicen, existen distintos enfoques. A continuación, te comparto tres tipos clave que deberías conocer:
Auditoría de cumplimiento
Este tipo de auditoría se centra en comprobar si la organización está siguiendo normas y estándares específicos. Por ejemplo, puede revisar si se cumplen los requisitos del estándar ISO 27001, del marco NIST CSF o de una regulación local como la Ley 21.663 en Chile. Es común que este tipo de revisión esté ligada a procesos de certificación o fiscalización externa. Suelen ser más documentales, pero igual de críticas.
Auditoría técnica o de infraestructura
Aquí el objetivo es más directo: revisar en detalle las defensas técnicas. ¿Están los servidores bien configurados? ¿Las actualizaciones están al día? ¿Se están usando firewalls y herramientas de detección de intrusiones de forma efectiva? Este tipo de auditoría suele incluir escaneos de vulnerabilidades, pruebas de penetración (pentesting) y revisiones de configuración en redes, endpoints y servicios expuestos.
Auditoría de gestión de riesgos
Esta auditoría mira el panorama desde arriba. En lugar de centrarse en lo técnico, busca entender cómo la organización identifica y maneja sus riesgos de seguridad. ¿Hay un mapa claro de activos críticos? ¿Se evalúa el impacto de posibles amenazas? ¿Existen planes de continuidad? Es el tipo de evaluación que conecta la seguridad con la estrategia del negocio, y suele estar alineada con estándares como ISO 27005 o con requisitos de gobernanza del NIST.
Auditoría del plan de continuidad de negocios (BCP)
Esta auditoría revisa qué tan preparada está la organización para enfrentar interrupciones graves, ya sean ciberataques, fallas técnicas o desastres naturales. Evalúa si existen planes documentados, actualizados y probados que permitan mantener las operaciones críticas funcionando, proteger la información y retomar actividades en plazos aceptables. También analiza si se han realizado simulacros y si el personal clave conoce sus roles en caso de emergencia. Esta auditoría suele ser exigida por regulaciones como la Ley 21.663 para operadores de importancia vital, y se alinea con estándares como ISO 22301 y las prácticas de continuidad operacional del ISO 27001.
La siguiente tabla resume los principales tipos de auditoría, su objetivo y los marcos normativos con los que se alinean, para que puedas priorizar la más adecuada según tu industria, madurez de seguridad y obligaciones legales.
Elegir el tipo de auditoría correcto es solo el primer paso; lo que realmente marcará la diferencia será cómo la planifiques, ejecutes y conviertas sus hallazgos en mejoras reales. Veamos ahora cómo preparar el terreno para que cada auditoría —interna o externa— sea una inversión estratégica y no un simple requisito.
Planificación de auditorías internas
Una auditoría interna de ciberseguridad bien organizada no solo ayuda a detectar fallos antes de que se conviertan en problemas serios, sino que también es una gran herramienta para demostrar compromiso con la mejora continua. Es el momento ideal para revisar políticas, evaluar controles, afinar procesos y preparar el terreno para futuras auditorías externas o certificaciones. Además, permite poner a prueba la capacidad real del equipo para responder ante incidentes, todo sin la presión de un auditor externo observando cada paso.
Planificarla correctamente implica definir qué se va a revisar, quién lo va a hacer, cuándo y cómo. No basta con una checklist genérica; cada organización tiene riesgos distintos y, por tanto, necesita enfoques específicos. También es clave establecer un cronograma, asignar responsables y, sobre todo, dejar todo bien documentado. Una auditoría sin seguimiento pierde impacto. Lo importante es que los hallazgos lleven a acciones concretas y medibles.
¿Quién debe auditar?
Idealmente, la auditoría interna debe ser realizada por un equipo de TI con formación en ciberseguridad o por un auditor interno capacitado en la materia. Lo esencial es que actúe con independencia operativa: no puede evaluar su propio trabajo ni el de su área directa. Si esto no es posible, puede recurrirse a auditores de otra unidad o a un tercero temporal, siempre que no haya conflicto de interés.
Etapas clave
Una auditoría interna no se trata solo de sentarse a revisar logs. Necesita estructura. Estas etapas te ayudarán a que el proceso sea ordenado, enfocado y realmente útil. Es lo que diferencia una revisión improvisada de una evaluación que realmente mejora la seguridad.
Definir el alcance y objetivos
Antes de empezar a revisar controles o levantar hallazgos, hay que tener claro qué se quiere lograr. ¿La auditoría se centrará en toda la organización, un área específica o solo en ciertos sistemas críticos? ¿El foco será cumplimiento normativo, revisión técnica o madurez organizacional? Delimitar bien esto evita perder tiempo y garantiza que los hallazgos sean accionables.
Identificación de activos críticos
No puedes proteger lo que no sabes que tienes. Esta etapa consiste en levantar todos los activos relevantes para el negocio y que podrían ser vulnerables a un ataque o mal uso. Va más allá del simple inventario técnico: también hay que entender qué impacto tendría la pérdida o compromiso de cada activo.
Lo ideal es trabajar junto con las áreas operativas, TI y seguridad para asegurar que no se escapen elementos clave. Este paso es especialmente importante si estás pensando en alinear tu auditoría con estándares como ISO 27001 o si estás bajo regulaciones como la Ley 21.663, donde se exige visibilidad total sobre infraestructura crítica.
Ejemplos de activos críticos:
- Servidores de producción
- Bases de datos con información personal o financiera
- Aplicaciones web públicas
- Sistemas de correo corporativo
- Dispositivos móviles con acceso a información sensible
- Sistemas de control de acceso físico o lógico
- Software de gestión empresarial (ERP, CRM)
Evaluación de controles y políticas internas
Aquí es donde se revisa si lo que está en papel realmente se está aplicando… y si lo que se aplica es suficiente. Es una revisión mixta: parte documental, parte operativa. No se trata solo de leer políticas, sino de validar que estén vigentes, que el personal las conozca y que haya mecanismos para hacerlas cumplir.
Un control que nadie supervisa es como una alarma desconectada. Además, en esta etapa es común encontrar incoherencias entre lo que dice la política y lo que sucede en la práctica, lo cual representa una brecha real.
Ejemplos de controles y políticas internas:
- Políticas de contraseñas y autenticación multifactor
- Procedimientos de respaldo y recuperación ante desastres
- Gestión de accesos y revisión periódica de privilegios
- Control de dispositivos externos (USB, BYOD, móviles)
- Políticas de uso aceptable de tecnologías
- Registro, análisis y retención de logs de seguridad
- Procedimientos de respuesta a incidentes
Uso de herramientas automatizadas (scanners, SIEM, checklists)
La automatización es aliada de una auditoría efectiva. Herramientas como escáneres de vulnerabilidades, plataformas SIEM o incluso simples checklists ayudan a cubrir más terreno en menos tiempo, y con menor sesgo. No reemplazan al criterio humano, pero sí lo complementan muy bien. Además, generan evidencias útiles para informes y seguimientos posteriores.
Buenas prácticas
Planificar una auditoría está bien, pero hacerla de forma consistente y bien documentada es lo que realmente marca la diferencia. Seguir buenas prácticas no solo mejora los resultados, también reduce errores, facilita la toma de decisiones y te prepara para cumplir con estándares internacionales o auditorías externas exigentes. Aquí algunas claves para que tu auditoría interna sea realmente efectiva:
Apoyarse en marcos reconocidos: ISO 27001, NIST, CIS v8 como base e ISO 22301 para continuidad
Partir desde cero no es necesario ni recomendable. Los marcos como ISO 27001, NIST CSF o los Controles CIS v8 ya ofrecen estructuras sólidas para organizar y auditar la seguridad de la información. Si también quieres revisar tu capacidad para recuperarte ante interrupciones, ISO 22301 es ideal como guía para implementar y luego auditar planes de continuidad del negocio. Elegir el marco adecuado dependerá del tipo de organización, sector y nivel de madurez.
Documentación y trazabilidad
Todo lo que se revise debe quedar registrado. Una auditoría sin evidencia clara es difícil de defender ante una fiscalización o certificación. Documentar hallazgos, responsables, acciones correctivas y fechas límite permite hacer seguimiento y demostrar avances. Además, si el proceso se repite con frecuencia, podrás ver progresos y detectar patrones recurrentes.
Realizar auditorías de forma regular
No esperes a que algo falle o a que llegue un auditor externo. Establecer una frecuencia clara —trimestral, semestral o anual, según el tamaño y criticidad de la operación— ayuda a mantener la seguridad en constante revisión. Una revisión frecuente permite detectar problemas cuando aún son fáciles (y baratos) de resolver, y prepara mejor a la organización ante exigencias regulatorias como las de la Ley 21.663.
Auditorías externas: cuándo, cómo y con quién
A diferencia de las auditorías internas, las auditorías externas tienen otro nivel de presión. Suelen ser más exigentes, tienen un costo elevado y, en sectores regulados, no pasarlas puede traer consecuencias financieras o legales importantes. Desde multas hasta pérdida de contratos. Por eso, prepararse con tiempo es fundamental. Saber qué te van a evaluar, quién lo hará y bajo qué criterios puede ahorrarte varios dolores de cabeza.
¿Cuándo se necesita una auditoría externa?
Una auditoría externa se solicita cuando hay que demostrar, frente a terceros, que se está cumpliendo con estándares de seguridad específicos. Además de ser una buena práctica, muchas veces es una exigencia para operar, vender o incluso participar en licitaciones públicas o privadas.
Requisitos regulatorios
Diversas industrias están obligadas por ley a someterse a auditorías externas para certificar el cumplimiento de normativas de ciberseguridad. Esto incluye tanto estándares internacionales como exigencias locales, como las que impone la Agencia Nacional de Ciberseguridad (ANCI) en Chile a las entidades reguladas bajo la ley 21.663. Las auditorías regulatorias se enfocan en el cumplimiento técnico y documental, y suelen tener consecuencias formales si se falla.
Ejemplos comunes:
ISO/IEC 27001 – Seguridad de la información
PCI DSS – Seguridad para datos de tarjetas de pago
HIPAA – Protección de datos de salud (EE.UU.)
SOC 2 – Controles de seguridad en servicios en la nube
Ley 21.663 – Ciberseguridad para servicios esenciales (Chile)
Basel II / III – Sector financiero
CMF / ANCI – Fiscalizadores en el caso chileno
Demandas de clientes o entes fiscalizadores
Algunos clientes, especialmente en sectores como finanzas, salud, tecnología o retail, solo trabajan con proveedores que estén certificados. Esto no es por desconfianza, sino porque sus propios marcos regulatorios se lo exigen. Lo mismo ocurre con organismos públicos que licitan servicios: si no presentas una certificación externa válida, simplemente quedas fuera del juego.
Ejemplos comunes:
Empresas de tecnología que exigen SOC 2 a proveedores SaaS
Bancos que solicitan PCI DSS para cualquier actor que procese pagos
Hospitales que requieren cumplimiento de ISO 27001 o equivalente
Gobiernos que solo contratan a proveedores con controles auditados
Incidentes de seguridad previos
Cuando una organización ha tenido una brecha de seguridad importante, no basta con declarar que “ya se solucionó”. En muchos casos, se requiere una auditoría externa para validar que se aplicaron mejoras, se corrigieron vulnerabilidades y que el incidente fue debidamente gestionado. Esto puede ser una exigencia de parte de un regulador, una aseguradora o incluso de socios comerciales que perdieron confianza tras el incidente.
Selección del proveedor externo
Elegir al auditor externo correcto puede marcar la diferencia entre una certificación sin tropiezos o una auditoría estresante llena de observaciones. No se trata solo de contratar al más barato, sino al más preparado. Es clave fijarse en su experiencia, certificaciones profesionales (como ISO Lead Auditor, CISA, CEH) y en los tipos de pruebas que ofrece: desde pentesting y code review hasta análisis de cumplimiento normativo detallado.
Aquí van algunos criterios clave para elegir bien:
Experiencia en el sector: No es lo mismo auditar un hospital que una fintech. Busca proveedores que conozcan tu industria, sus riesgos particulares y los marcos regulatorios que aplican. Esto hará que la auditoría sea más útil, más precisa y menos desgastante para tu equipo.
Certificaciones del auditor: Las credenciales no lo son todo, pero en ciberseguridad sí dicen mucho. Verifica que el auditor cuente con certificaciones técnicas y normativas que respalden su competencia. Esto no solo te da tranquilidad, sino que muchas veces es un requisito si estás buscando obtener certificaciones como ISO 27001 o responder a fiscalizaciones.
Las más comunes y confiables incluyen:
- ISO/IEC 27001 Lead Auditor
- CISA (Certified Information Systems Auditor)
- CEH (Certified Ethical Hacker)
- OSCP (Offensive Security Certified Professional)
Verifica que se incluyan pruebas prácticas y técnicas relevantes: Un buen proveedor no se limita a revisar documentos o hacer entrevistas. Debe contar con la capacidad técnica para realizar pruebas reales, como pentesting, escaneos de vulnerabilidades, revisión de código o simulaciones de ataques. Esto revela brechas que muchas veces no aparecen en el papel y ayuda a reforzar la seguridad en serio.
- Pentesting (pruebas de intrusión controladas)
- Revisión de código seguro (code review)
- Escaneo de vulnerabilidades
- Simulación de ataques de phishing
El proveedor debe tener un enfoque metodológico claro y transparente: Pide que te expliquen paso a paso cómo será la auditoría: qué etapas tendrá, qué herramientas se usarán, cuánto durará y qué entregables recibirás. Desconfía de auditorías genéricas o demasiado “light” que solo entregan un informe estandarizado sin contexto ni recomendaciones accionables.
Solicita referencias y casos anteriores en organizaciones similares: Pide referencias, casos de éxito o ejemplos de auditorías previas. Un proveedor confiable no debería tener problema en demostrar resultados concretos, o en contarte (sin revelar información confidencial) cómo ayudó a otras organizaciones similares a mejorar su seguridad o certificarse.
Coordinación efectiva con el auditor
Una auditoría externa no es algo que se pueda improvisar. Para que todo fluya bien —y no se convierta en un dolor de cabeza— es clave mantener una comunicación clara con el auditor, preparar todo con antelación y asegurarse de que no haya interferencias que puedan comprometer la objetividad del proceso.
Preparación previa: documentación, contactos, accesos
Una auditoría se hace mucho más fluida si todo lo necesario está a mano desde el inicio. Tener la documentación organizada, los accesos definidos y a las personas clave disponibles ayuda a ahorrar tiempo, evitar confusiones y proyectar una imagen profesional ante el auditor.
Checklist de preparación previa:
- Inventario de activos actualizado
- Políticas de seguridad vigentes (acceso, backup, continuidad, etc.)
- Registros de auditorías internas anteriores
- Resultados de escaneos de vulnerabilidades recientes
- Planes de continuidad del negocio y recuperación ante incidentes
- Listado de contactos clave por área (TI, legal, cumplimiento, etc.)
- Accesos temporales para el auditor (VPN, plataformas, dashboards)
- Bitácora o plan de trabajo de seguridad reciente
Evitar conflictos de interés
Una auditoría pierde fuerza si quien la hace tiene vínculos con quienes toman decisiones internas. Aunque esto parece obvio, no es raro ver auditorías externas realizadas por consultoras que previamente han trabajado como proveedor de servicios o implementación.
¿Qué quiere decir esto? No querrás hacer una auditoría con un auditor/proveedor que luego querrá venderte la solución a los problemas que encontró. Para que los resultados sean confiables —y defendibles ante terceros—, la independencia del auditor debe estar asegurada.
Qué esperar del informe de auditoría
El informe final no es solo una lista de hallazgos. Debería incluir una descripción clara del alcance, una evaluación objetiva de los controles revisados, hallazgos con su nivel de criticidad, y recomendaciones prácticas y priorizadas.
También es útil que el auditor proponga una hoja de ruta para corregir los puntos débiles, aunque sin entrar en conflicto de interés (Siguiendo el mismo ejemplo anterior, vendiéndote sus propios servicios para resolverlos).
Recomendaciones para ambos tipos de auditoría
Ya sea que estés enfrentando una auditoría interna o una externa, hay principios que aplican para ambas. El objetivo no debería ser solo “pasar la auditoría”, sino sacarle provecho para fortalecer tu seguridad real. Usarlas como una lista de tareas para mejorar es mucho más valioso que simplemente cumplir por cumplir.
Además, una auditoría bien gestionada —interna o externa— es una herramienta poderosa para anticiparse a incidentes, mostrar madurez ante stakeholders y mantenerse en regla frente a normativas como la Ley 21.663.
A continuación, algunas recomendaciones clave que muchas veces se pasan por alto:
Incluir planes de remediación y plazos claros
Detectar fallos es solo la mitad del trabajo. Lo realmente útil es lo que se hace después. Cada hallazgo debe ir acompañado de un plan de remediación concreto, con responsables asignados y fechas límite realistas. Esto permite priorizar según el riesgo, asignar recursos y demostrar avances en la siguiente revisión. Además, si llega una fiscalización, mostrar que estás en proceso activo de mejora puede marcar una gran diferencia.
Un buen plan de acción no necesita ser complejo, pero sí debe incluir:
- La descripción del hallazgo
- El riesgo asociado
- La acción correctiva propuesta
- El responsable asignado
- El plazo para implementación
- Evidencia esperada para darlo por cerrado
No limitarse a lo técnico: revisar cultura y gobernanza
La seguridad no depende solo de firewalls y escáneres. También está en las decisiones que se toman desde la dirección, en cómo se asignan recursos y en qué tan en serio se toma la formación del personal.
Por eso, una auditoría efectiva debe mirar más allá del plano técnico: debe evaluar cómo se gestiona la seguridad como parte del negocio. Cuando cultura y gobernanza están alineadas con lo técnico, la seguridad no depende de una sola área o persona, sino que se vuelve parte del ADN organizacional.
Esto implica revisar:
- La existencia (y actualización) de políticas y comités de seguridad
- La participación de la alta dirección
- Los planes de capacitación y concientización
- La asignación de roles y responsabilidades claras
- La integración de la ciberseguridad en la estrategia general
Integrar hallazgos a planes de continuidad y gestión de riesgos
Las auditorías no deberían quedar aisladas del resto de los procesos de seguridad y continuidad. Cada hallazgo, especialmente los más críticos, debe alimentar directamente los planes de gestión de riesgos y continuidad operativa. Si no se ajustan estos planes con la información fresca que entrega una auditoría, se pierde una gran oportunidad para fortalecer la resiliencia real de la organización.
Por ejemplo, si se identifica una dependencia crítica no documentada, o una mala práctica en respaldos, eso debería incorporarse tanto en el mapa de riesgos como en los planes de recuperación ante incidentes (BCP/DRP). Además, permite priorizar los esfuerzos según el impacto potencial y alinear a las distintas áreas responsables en la misma dirección.
Medir mejoras y lecciones aprendidas (feedback loop)
Una auditoría sin seguimiento se convierte en una lista de buenas intenciones. Para que tenga impacto, es necesario medir si las acciones correctivas funcionaron y si los controles implementados realmente bajaron el riesgo.
Este ciclo de revisión y aprendizaje es lo que convierte la auditoría en una herramienta de mejora continua. Medir, ajustar y volver a evaluar es la única forma de que la auditoría deje de ser un “evento” y se transforme en un proceso vivo.
Algunos ejemplos de cómo hacerlo:
- Volver a testear controles corregidos (por ejemplo, repetir un pentest o escaneo de vulnerabilidades)
- Realizar reuniones post-auditoría para revisar qué funcionó bien y qué se puede mejorar en la coordinación
- Actualizar indicadores de riesgo o madurez en base a los cambios implementados
- Comparar resultados con auditorías anteriores para visualizar avances reales
Mejor una auditoría al año que un incidente al mes
Convertir las auditorías en parte del ciclo de seguridad, no como una urgencia puntual, sino como una práctica habitual, es lo que realmente fortalece tu defensa. Y más allá de las buenas intenciones, hay una presión real que crece: cada vez más países están endureciendo sus leyes y exigencias de ciberseguridad. Así que, cuanto antes normalices estas prácticas, mejor preparado estarás para lo que viene.
Hacer una auditoría no debería sentirse como ir al dentista por una muela con caries, sino como un chequeo rutinario que te ayuda a evitar problemas más grandes. Lejos de ser un castigo o una simple formalidad, las auditorías son señales claras de madurez organizacional. Te muestran dónde estás parado, qué estás haciendo bien y qué podrías hacer mejor.
FAQ
¿Qué es exactamente una auditoría de ciberseguridad?
Es una revisión estructurada que evalúa cómo una organización protege su información, sistemas y redes. Sirve para identificar vulnerabilidades, verificar controles de seguridad y asegurar el cumplimiento de normativas como la Ley 21.663 o estándares como ISO 27001.
¿Cuál es la diferencia entre una auditoría interna y una externa?
La auditoría interna la realiza personal de la organización (o un tercero sin conflicto de interés) y sirve para autodiagnóstico y mejora continua. La auditoría externa la realiza una entidad acreditada, es más exigente y suele ser obligatoria para certificaciones o cumplir con regulaciones.
¿Cuándo es obligatoria una auditoría externa?
Cuando lo exige la ley (como la Ley 21.663 en Chile), clientes de industrias reguladas, o después de incidentes de seguridad. También es necesaria para obtener certificaciones como ISO 27001, SOC 2 o PCI DSS.
¿Qué tipos de auditorías existen?
Existen múltiples tipos de auditorías, las más comunes son las de cumplimiento (normas y regulaciones), técnicas (revisión de infraestructura y controles), de gestión de riesgos (enfoque organizacional) y de continuidad operativa (planes de respuesta ante crisis).
¿Qué se necesita para preparar una auditoría externa?
Tener documentación al día, accesos preparados, inventarios actualizados, políticas vigentes y personal clave disponible. Además, evitar conflictos de interés con el auditor y entender bien el alcance de la evaluación.
¿Qué hago con los hallazgos de una auditoría?
Debes generar un plan de remediación con acciones claras, responsables y plazos definidos. También debes integrar estos hallazgos a tus planes de continuidad, gestión de riesgos y medir mejoras en auditorías futuras.